Meksikali sair ve gazeteci Efraín Huerta’nin dogum yildonumu (18 Haziran 1914)
Sana sessizligi ben buldum diyorum yeniden
o usul ikindide, adin yakilinca
komurlesince
buyuk altin alevinde ondokuz yilinin.
Sevgim alacakaranligin baglarini cozdu
yalniz senin fisiltina vermek icin kendini,
beyaz odun alevinin o cam fisiltina.
Anilarin bir igne batisidir dudaklarima,
hayatinin masallarini kurdum bugun
bir elmanin ince kabugunda.
Bu ara hep tedirginim,
bir pencerenin acilisini
bekliyorum simdi
arkandan gideyim
ya da parcalanayim diye
uzgun kaldirimlarda.
Ama oylesine bir ses gelir ki daglardan
acidir uyumak,
anmak olumdur seni.
Urkerek cekilir sessizlik,
yildizsiz gokyuzunden cekilir,
agizlarimizin acelesinden,
solgun kamelyalardan,
karanfillerden.
Gel, ruzgara anlatalim opulerimizi;
dusun: alacakaranlik bizi anliyor,
sari fisiltisinda gozlerinin
biliyor nasil hoslandigimi,
kollarinin beyaz suyundan.
Acmamis ciceklere soyleyelim sakimizi,
ayi gozetlemeyen cocuklara.
Birbirimize bakmadan soyleyelim.
Yalancidir onlar, su kuslar, sacaklar.
Birbirimizi sevmiyoruz artik,
sevmemistik de.
Tutkuyla geldik, tutkuyla gidiyoruz.
Alacakaranligin sesindeyiz artik,
cilginligin yureginde.
Gel, ruzgara anlatalim opuslerimizi,
Sakimizin aci yuklerine.
Ask ne atestir, ne de mermer.
Ask bana duydugun acimadir senin,
benim sana.
Te repito que descubrí el silencio
**uella lenta tarde de tu nombre mordido,
carbonizado y vivo
en la gran llama de oro de tus diecinueve años.
Mi amor se desligó de las auroras
para entregarse todo a su murmullo,
a tu cristal murmullo de madera blanca incendiada.
Es una herida de alfiler sobre los labios tu recuerdo,
y hoy escribí leyendas de tu vida
sobre la superficie tierna de una manzana.
Y mientras todo eso,
mis impulsos permanecen inquietos,
esperando que se abra una ventana para seguirte
o estrellarse en el cemento doloroso de las banquetas.
Pero de las montañas viene un ruido tan frío
que recordar es muerte y es agonía el sueño.
Y el silencio se aparta, temeroso
del cielo sin estrellas,
de la prisa de nuestras bocas
y de las camelias y claveles desfallecidos.
Expliquemos al viento nuestros besos.
Piensa que el alba nos entiende:
ella sabe lo bien que saboreamos
el rumor a limones de sus ojos,
el agua blanca de sus brazos.
¡Parece que los dientes rasgan trozos de nieve.
El frío es grande y siempre adolescente.
El frío, el frío: ausencia sin olvido.)
Cantemos a las flores cerradas,
a las mujeres sin senos
y a los niños que no miran la luna.
Cantemos sin mirarnos.
Mienten **uellos pájaros y esas cornisas.
Nosotros no nos amamos ya.
Realmente nunca nos amamos.
Llegamos con el deseo y seguimos con él.
Estamos en el ruido del alba,
en el umbral de la sabiduría,
en el seno de la locura.
Dos columnas en el atrio
donde mendigan las pasiones.
Perduramos, gozamos simplemente.
Expliquemos al viento nuestros besos
y el amargo sentido de lo que cantamos.
No es el amor de fuego ni de mármol.
El amor es la piedad que nos tenemos.



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